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Como parte de Expedición Baja: Laboratorio de híbridos, visité el Cañón de Guadalupe para explorar este oasis escondido en el desierto. Caminé entre formaciones rocosas imponentes, aguas termales y palmas que brotan en medio de la aridez. Observé cómo la vida se adapta a condiciones extremas: plantas resistentes, insectos casi invisibles, huellas que cuentan historias. Registré sonidos, texturas, colores y patrones, pensando en cómo este ecosistema podría transformarse en el futuro. Esta excursión fue una forma de acercarme al paisaje desde la curiosidad y la especulación, imaginando posibles adaptaciones frente al cambio climático y la presencia humana.
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